miércoles, 11 de noviembre de 2015

la lavanda

En Satchidananda barcelona, estamos enamoradas de los aceites esenciales. Por ello, os iremos presentando diferentes "fichas" especializadas acerca de algunos de las plantas base a partir de las que obtenemos esas maravillosas esencias. Esperamos que las disfrutéis.


Nombre científico: lavandula officinalis, lavandula angustifolia, lavandula vera.


La lavanda pertenece a la familia botánica de la labiadas, que abarca numerosas plantas aromáticas como son el tomillo, la menta o la salvia. Es un arbusto perenne habitual de la cuenca mediterránea dónde desde la antigüedad, ha sido una de las plantas más utilizadas debido a su abundante crecimiento silvestre y su facilidad de cultivo. La floración se produce en verano y la recolecta se lleva a cabo en los meses de julio y agosto. La describió Faurnier en 1947, de forma casi poética: "En las laderas bañadas de sol de la Provenza, donde se despliega sobre zonas extensas, crece en abundancia aquel elegante arbusto de ramas sencillas, tupidas, erguidas, con hojas verde ceniciento, opuestas, lineares o lanceoladas de consistencia coríácea... Las flores desprenden una fragancia suave y penetrante. Su sabor es cálido, algo amargo".


Buscando el origen de la palabra "lavanda"

 (Lavandula) Lo encontramos en la Edad Media, y parece ser que toma como raiz el verbo latino "lavare" (lavar). Pero el uso de la planta hunde sus raices en tiempos muco más lejanos. Las primeras menciones escritas que encontramos, se remontan a los Romanos, que ya la utilizaban para perfumar sus baños y cuidar de la ropa. Sin embargo, también ha tenido tradicionalmente otros muchos usos algunos de ellos curiosos: fue utilizada para ayudar al parto, ahuyentar insectos, aromatizar la ropa y las habitaciones, facilitar el sueño, matar pulgas y parásitos y hasta para embalsamar. Desde el punto de vista medicinal, se le han reconocido siempre efectos calmantes, antisépticos, somníferos y digestivos.


En casi todas las civilizaciones antiguas, se han utilizado diferentes técnicas de destilación y prensado que han permitido condensar las propiedades de las plantas, en aceites esenciales. Y así, aunque el término "aromaterapia" es moderno, la utilización de aceites esenciales ha estado ligado al hombre desde las primeras civilizaciones. La existencia de una relación entre el sentido del olfato y estados mentales y emocionales, y la constatación de que el uso de dichas esencias tiene innegables y múltiples propiedades terapéuticas, hacen que la técnica milenaria de la aromaterapia, goce hoy de un importante reconocimiento.


Así de la destilación de las flores de la lavanda se extrae su aceite esencial. Este aceite resultante es rico en taninos, ácidos esteres y alcoholes (como el linalol, borneol, limoneno, citronelol, geraniol...) que le confieren multitud de propiedades que desgranamos a continuación.


En clave terapéutica

Podemos afirmar que la lavanda tiene propiedades equilibrantes y armonizantes.
Su composición en alcoholes le confieren propiedades antinflamatorias y sedantes que la hacen muy recomendables para el tratamiento del dolor: ya sea reumático o lumbar que se aliviarían mediante friegas o dolor de cabeza y migrañas para lo que aplicaríamos directamente el aceite esencial masajeando las sienes.


Al mismo tiempo la riqueza en taninos le proporciona propiedades astringentes y cicatrizantes muy interesantes para prevenir o curar afecciones cutáneas; y el cineol, linalol y limonino, le confieren propiedades antisépticas que le hacen tener una extraordinaria eficacia en el tratamiento externo de lesiones de la piel, como heridas, cortes, quemaduras y eccemas, ya que ayuda a desinfectar y cicatrizar, además de aliviar el picor.

Aplicado sobre hematomas, ayuda a disminuir la inflamación y facilita la recuperación de la piel. Sus propiedades antivíricas, antibacterianas y bacteriostáticas hacen disminuir síntomas negativos y favorecer la recuperación de enfermedades respiratorias.
Las propiedades sedantes de la lavanda hacen que siempre se haya utilizado para tratar problemas nerviosos, de insomnio, ansiedad o hipertensión.

Para la piel es un calmante y regulador extraordinario, por ello se hace imprescindible para pieles grasas.

Como aceite esencial, es uno de los más polivalentes, y por ello forma parte de los aceites esenciales básicos para cualquier aromaterapeuta.

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