El romero pertenece a la familia botánica de las labiadas. Es un arbusto perenne cuyo habitat natural es la cuenca mediterránea y el norte de África. La floración se produce dos veces al año, en primavera y en otoño.
El nombre latino del romero, rosmarinus, significa "rocío marino". Así era conocido por los romanos por criarse cerca de la costa; según otros autores deriva del griego rhops, arbusto y myrinos, aromático.
"De las virtudes del romero puede escribirse un libro entero" afirma el refrán. Y es que el romero es una de las plantas más conocidas y de las más utilizadas desde hace siglos por la gran versatilidad de sus aplicaciones.
Además siempre ha estado vinculado a simbologías variadas. Se han encontrado restos de romero en las tumbas de la Primera Dinastía egipcia. Los griegos y los romanos la consideraban una planta sagrada y Horacio, el poeta romano, compuso odas alabando sus poderes mágicos. Ambos pueblos griegos y romanos creían que el romero simbolizaba a la vez el amor y la muerte, por lo que desde entonces en las costas del Mediterraneo, tradicionalmente ha habido romero en bodas y funerales. Lo llamaban también la hierba de las coronas porque se entrelazaban en éstas junto con el mirto y el laurel.
También durante siglos ha sido utilizado en medicina. Teofrasto y Dioscórides lo recomendaban como remedio contra las enfermedades del estómago y el hígado. Hipócrates, el padre de la medicina, recomendaba cocer las hortalizas con romero para prevenir enfermedades del bazo y el hígado. Galeno lo recomendaba también para este órgano especialmente para la ictericia. Los médicos renacentistas lo consideraban el medicamento más valioso que tenían y desde el siglo XIII se destila su aceite tal y como se hace hoy día.
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